jueves, 26 de enero de 2012

Noches de Valencia de Alban Verlack

NOCHES DE VALENCIA

Preludio a un Drama

18 de Marzo del año de nuestro señor de 2000; algún lugar de Sagunto.
Un rayo de inquietud taladró los plácidos pensamientos del Ser en sopor. Imágenes, turbias pero claras al fin... Un cúmulo de imágenes sin pensamientos, seguidos de pensamientos sin palabras y luego palabras sin imágenes para volver a comenzar el ciclo de nuevo: imágenes sin pensamientos, seguidos de pensamientos sin palabras... El Ser era viejo. Mucho más viejo que las ruinas que lo cobijaban, mucho más viejo que la raza que las construyó, mucho más viejo que la mayor parte de los que dominaban en las sombras las acciones de aquella raza. Era milenario, como la roca. Y como la roca, presenciaba todo cuanto sucedía a su alrededor sin ser advertido. Era La Presencia. La voz en La Cabeza. Era El Ser. Su nombre carecía de importancia... había utilizado tantos. Incluso su sexo era un instrumento igualmente variable, y ahora vestía el cuerpo de una mujer, aunque apenas ya lo utilizaba.
Y aquel rayo de inquietud le había perturbado indeciblemente... . Las palabras que se formaban en su cerebro eran inconfundibles. "... América... Menele... Anarquistas... Amaranto... Guardián..." Así pues, el viejo juego había vuelto a comenzar. Con un gruñido de incontenible furia, el Ser se agitó en el sarcófago.
Como respuesta a los deseos del Ser, un aterrador aullido resonó en los oídos de los habitantes cercanos a La Albufera, despertándolos de su sueño.
El Lobo había vuelto. La Caza había comenzado una vez más.


Capítulo I

Noche del 18 al 19 de Marzo del año 2000. En Valencia.
Pat aguardaba paciente a las maletas mientras lanzaba constantes e inquisitivas miradas en todas direcciones. Era extraño, pero no lograba descubrir presencia sobrenatural alguna en aquel diminuto aeropuerto. Sus dos colegas, John "Músculos" y "Chino" Jarret se habían dirigido al exterior del aeropuerto tras superar el control policial con aquellos pasaportes, más falsos que un billete de 73 dólares... . Ya debían de tener un taxi esperando, eso si en aquel país sabían lo que era un taxi, claro. Él, por aquello de que tenía un mayor don de gentes, era siempre el encargado de recoger las maletas: en casi todas las ocasiones, era aquel el momento escogido por la población vampírica del lugar para indagar acerca de los recién llegados, así como para dar a conocer las normas a seguir en la ciudad en cuestión... pero allí no aparecía nadie. ¿Sería posible que nadie controlase aquel irrisorio aeropuerto?. Si así era, desde luego que aquellos vampis europeos eran todavía más lentos de reflejos de lo que Pat había creído... Después de todo, la cacería no empezaba nada mal.
Finalmente aparecieron las dos maletas. No viajaban con mucho equipaje para evitar problemas con los controles... preferían comprar todo lo necesario en el lugar de origen. Al fin y al cabo, armamento podía encontrarse en todas partes; al ser humano siempre le ha gustado matarse de la mejor forma posible. En aquellas dos maletas apenas había algo de ropa, un equipo de alpinismo bastante completo, cinco antorchas de madera de acción inmediata, una mochila con diez estacas de madera de ébano endurecida y una bolsa de aseo (a Pat le gustaba ducharse con su gel favorito... el cual dudaba poder encontrar en aquel país tercermundista). Pensaban conseguir algunas espadas de buena calidad robando un comercio durante la noche, bien entrada la madrugada. Al fin y al cabo, aquello era España, y a todos los Antiguos americanos se les llenaba la boca constantemente al hablar de sus espadas de acero español; toledano, según decían... . Pat admitía que no tenía idea alguna de dónde podrían encontrar espadas, pero imaginaba que, en aquel país, las fraguas seguirían funcionando y podrían asaltar sin mayores dificultades una herrería (o como se llamase el sitio donde hacían las putas espadas). En cuanto a las armas de fuego... era un tema más espinoso. Hacer amistad con el tipo, o tipos, encargados del mercado negro en el poco periodo de tiempo que pensaban pasar allí sería difícil. Armerías... tras su propia experiencia en México, Pat dudaba de encontrarlas con la misma facilidad con que lo podía hacer en América. Pero tenían la solución: asesinarían a algunos soldados. O policías, o lo que hubiese en Valencia con jodidas armas a la cintura...
Cuando salió de la terminal, comenzó a descubrir que no todo era como él había esperado. Para empezar, y aunque tampoco era del todo extraordinario, sus dos compañeros le aguardaban haciendo cola para tomar un taxi... no es que hubiesen tenido que buscarlo, es que el puto aeropuerto estaba plagado de ellos, bien ordenaditos a la espera de su cliente. Después de todo, se dijo Pat, también en México D.C. hay taxis en el aeropuerto, y aquello no debería ser tan diferente a la capital mexicana.
Tanto Pat como "Músculos" y "Chino", habían acumulado toda su información de España a través de los diferentes episodios de teleseries americanas. Sobre todo de aquellos viejos episodios del "Equipo A". Últimamente, empero, aquel país empezaba a estar de moda en los EUA, gracias a las películas de ese tal Almodóvar y Banderas, "Chino" seguía manteniendo la teoría de que Banderas era mexicano. Aunque "Chino", todo sea dicho, había descubierto que España estaba en Europa hacía tan sólo dos semanas, cuando Pat decidió que Valencia sería el próximo destino del grupo. De todas todas, lo que Pat y sus colegas esperaban era muy diferente a lo que se encontraron: cuando el taxista llegó a la ciudad, descubrieron que Valencia era una ciudad civilizada, no muy diferente a cualquier ciudad del medio este americano. Las calles estaban asfaltadas, los transeúntes (muy numerosos, pese a estar avanzada la noche) no eran ni tan morenos, ni tan bajos como imaginaban, además de que vestían con coloridas y modernas ropas. Casi nadie llevaba bigote... ¡y no había animales sueltos por las calles!. Además, aquello bullía... ¡Parecía el jodido 4 de Julio, con todos aquellos fuegos artificiales, y los explosivos! Aunque nunca habían visto un 4 de Julio tan ruidoso como aquel, ya que los explosivos (al parecer, llamados "petardos") eran estruendosos como un disparo y no los juguetes con que se divertían en América... Pat anotó mentalmente que debía llevarse un montón de aquellos "petardos" cuando volviese a casa, después de beneficiarse al antiguo por el que habían hecho tan largo viaje; sin duda, causaría sensación en Los Ángeles con aquellas pequeñas bombas.
Entonces vieron "El Monumento". Una escultura gigantesca repleta de maniquíes exquisitamente pintados se recortaba a lo lejos, entre el tumulto. Pidió al taxista que se desviase en aquella dirección, pero el muy lerdo no hablaba inglés (Pat había advertido a los muchachos que allí la gente sólo se hablaba en puto mexicano, pero los capullos no le habían creído). Pudieron comprender, en parte gracias a que el tipo era muy expresivo y en parte a que Pat hablaba algo de mexicano, que no podía llegar al monumento en coche, que deberían caminar. Como aquel era un sitio tan bueno como otro cualquiera, decidieron apearse, pagándole con alguno de los gordos billetes españoles que habían conseguido, no sin algunos esfuerzos, en el mercado negro de L.A. Cuando el taxi se alejó, Pat decidió que la fiesta había acabado. Había que comenzar a trabajar si querían lograr sus objetivos en el tiempo de un suspiro.
- Bien, "Músculos". Para empezar, tú te haces cargo de las maletas.
- Joder... otra vez yo. A ver si dejáis de aprovecharos de que soy un hombre, y no un par de mariconas como vosotras dos...
- "Músculos"... -Pat dejó que su presencia se extendiese levemente. Un par de transeúntes orientales, con unas cámaras de vídeo de exiguo tamaño, cruzaron la calle para evitarlos. Dejó igualmente que sus colmillos asomasen y que sus pupilas tomaran aquel tono rojizo que tan nervioso ponía a "Músculos". Pat sabía que no era rival para su colega Brujah en una lucha encarnizada cuerpo a cuerpo, pero también sabía que "Músculos" le tenía verdadero pánico debido a su superior inteligencia. Nunca se atrevería a atacarle mientras supiese que no le tenía miedo. Alzó la voz-, acabamos de llegar y ¡ya me estás inflando las putas pelotas...! . Otra jilipollez, ¡joder!, otra estúpida queja y te rompo el pescuezo y me doy un aperitivo contigo...
- Bueno, Pat -farfulló el Brujah- no te alteres, joder...
- ¿Me has entendido? ¿o es que no entiendes el puto Inglés?
- Te entiendo, tío. No hay problema. Yo y las maletas seremos el puto ente único...
- Bien. Tú, "Chino", te encargas de encontrar una pensión. Dentro de tres horas nos encontramos aquí mismo.
- Entendido, tío. Pero... ¿dónde coño es aquí mismo?
Pat dejó escapar aire sonoramente. Evidentemente, no necesitaba respirar para nada; pero era útil a la hora de mostrar malestar, enfado, o falta de paciencia... . Método Stanisnlavksy y todo eso...
- A ver, "Chino", ¿qué cojones pone en aquella placa que hay clavada en esa pared? "Chino" entrecerró los ojos. No se atrevía a extender sus sentidos en medio de aquel estruendo de petardos. Se acercó a la pared y, finalmente, pudo leer.
- "Carrer Archiduque Carlos"... o sea, calle... ¿no?
- Eso es, maldito fumanchú. Además, no creo que puedas perderte habiendo aquí semejante monumento de colores...
- ¿Y si hay más?
- ¿Pero tú dónde crees que estamos? ¿en la jodida Nueva Orleans?. ¡A ver si os entra en la cabeza que esto es España! ¡Prácticamente México, pero en pequeño! ¿Y tú viste muchos "Monumentos" de estos en México? -"Chino" negó rápidamente con la cabeza. No le gustaba cabrear al jefe- ¿Y tú, "Músculos"?
- Ni uno, tío...
- ¡Pues venga, joder, que es para ayer!. "Músculos", tú acompaña al "Chino". Cuando tengáis las maletas en la habitación, podréis salir a pasear por ahí. ¡a ver si lográis comer algo sin que os diga cómo hacerlo!. Pero en tres horas, os quiero aquí mismo.
- ¿Y tú, jefe? -preguntó "Chino" sin mucha convicción. Pat observó al "Monumento" con expresión ceñuda.
- Voy a ver si averiguo el porqué de todo este jolgorio... . Y a ver si encuentro a algún chupasangres por ahí que me pueda poner al corriente del rollo político de esta ciudad. Ya sabéis, Sabbat o Camarilla. De paso, veré si puedo descubrir algo acerca del Guardián de la Catedral -se volvió hacia sus compañeros-. Vosotros, entretanto, intentad no cruzaros con ninguna sanguijuela. No conocemos a nadie en este lugar. No sabemos de qué puto pie cojean. No queremos problemas que no hayamos provocado nosotros... ¿está claro?
- Meridianamente claro, jefe -aseguró "Chino"
- Como un puto vaso de agua -corroboró "Músculos".
- Pues ya está. Pongamos en marcha, joder, que no tenemos toda la noche.
Con esta frase, Pat dio por terminada la conversación.

Continuará

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